Una oración por el papa Francisco: mexicanos piden por su salud en la catedral capitalina
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CIUDAD DE MÉXICO — Cuando Araceli Gutiérrez leyó en redes sociales que la Arquidiócesis de México convocaba a un oración para el papa Francisco, la mujer de 60 no lo pensó ni un segundo. Tomó su rosario, consiguió una veladora y se dirigió a la catedral capitalina.
“Él es como parte de la familia”, dijo tras el rosario del jueves por la tarde. “Por eso se siente esta preocupación por él”.
Como ella, otras decenas de personas se dieron cita en el templo católico de Ciudad de México para pedir por la recuperación de Francisco, quien ha estado hospitalizado en Roma desde el 14 de febrero tras una infección respiratoria que derivó en neumonía y otras complicaciones.
El papa de 88 años, a quien se le extirpó parte de un pulmón cuando era joven, padece una enfermedad pulmonar crónica y el sábado sufrió una crisis respiratoria asmática que requirió altos flujos de oxígeno. Desde entonces, el Vaticano ha reportado mejorías leves y constantes, aunque los médicos indicaron el jueves que requiere más días de “estabilidad clínica”.
Gutiérrez, quien recuerda con nostalgia la visita que Francisco realizó a México en 2016, dice que ha rezado por él desde que se enteró de sus más recientes complicaciones de salud. “En muchos actos en los que yo lo veo en la tele, digo: ‘Es Dios; son los actos que hubiera hecho Jesús si estuviera aquí con nosotros’”.
El papa cumplió el viernes dos semanas hospitalizado recuperándose de una neumonía, mientras los médicos sugerían que había superado la fase más crítica de la infección, aunque se abstuvieron de afirmar que estaba completamente fuera de peligro.
Poco antes del inicio del rosario, las hermanas María Teresa y María Consuelo Sánchez guardaron unos minutos de silencio y se persignaron frente a una fotografía de Francisco.
María Teresa, de 72 años, contó que son colombianas y están de visita por México, pero decidieron unirse a la oración porque el papa siempre pide que recen por él. “Es el único papa que ha sido latinoamericano, que no es de tan lejos”, dijo. “Eso es como tener un familiar en los altos mandos, con Dios”.
Tanto ella como su hermana, de 70 años, afirmaron que su pontificado se ha distinguido por su sencillez. “Es un papa humilde, como un amigo”, dijo María Consuelo.
A pocos metros de ella, hincado sobre el mármol de la catedral, José Carlos Zúñiga mantenía los ojos cerrados y las manos frente al pecho mientras el canónigo Manuel Corral repetía un Avemaría tras otra.
“He estado al pendiente de su salud”, dijo el mexicano de 56 años. “Me tocó conocerlo en Morelia en una visita que hizo y, para uno como católico, es algo que lo llena porque no es fácil que venga y no es fácil que uno vaya hasta el Vaticano”.
El viaje que Francisco realizó por México en 2016 duró cinco días y recorrió territorios inexplorados por sus predecesores, como Michoacán y Chiapas, donde gran parte de la población se ha visto asolada por el narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción.
En el país de 100 millones de católicos, el pontífice argentino se encontró con familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014 y rezó por los migrantes. En la última misa que ofreció en Ciudad Juárez antes de volver al Vaticano, pidió por todos aquellos que han muerto tratando de llegar a Estados Unidos.
Al finalizar el rosario del jueves, el padre Corral contó a periodistas que le entusiasmaba que los últimos reportes desde Roma refieren que la salud de Francisco ha mostrado ciertas mejoras.
“Lo queremos mucho porque es un papa que está cercano, que da vida”, dijo”. “Siempre está sonriente. Dicen que sigue con su gran humor y eso nos alegra mucho”.
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