Como suele suceder en la mayoría de las cocinas del mundo entero, la sencillez suele ser a dar a veces los mejores resultados, lo que nos lleva a elegir como favorito al Papardelle al Tartufo, compuesto por la combinación de esta clase de fideos originarios de la Toscana con una salsa de trufas, mantequilla y parmesano que, en desmedro de su simpleza, resulta tan contundente como deliciosa.
Claro que, si buscas algo más intenso y, sobre todo, más propicio para los apetitos carnívoros, deberías inclinarte por el Gnocchi with Ragu alla Napoletana, cuya salsa, realmente suculenta y cocinada lentamente, incluye pedazos de puerco y de vaca, además de tomates, zanahorias, cebollas, apio y perejil.
Nos impresionó igualmente el Guancia Brasata, compuesto por carrilleras de ternera que se cocinan por varias horas a fuego reducido en una salsa especial de vino hasta adquirir una textura extremadamente suave y que, en este caso, vienen acompañadas por puré de papa y zanahorias.
Si prefieres los sabores marinos, la opción más acertada es el Settecento Pesce, preparado con la pesca del día, debidamente cocinada en la plancha y secundada por vegetales cocidos y una salsa verde ciertamente llamativa.
Había que probar definitivamente la pizza, por lo que elegimos una Napoli, servida con una salsa de tomate, anchoas, aceite de ajo y perejil que se coloca sobre la base de una masa muy delgada que no convencerá quizás a quienes estén acostumbrados a las de innecesario grosor, pero que responde perfectamente al estilo de la región de la que proviene y que, consumida individualmente, no hace que te llenes innecesariamente.
Como nos lo dijo entre bocado y bocado Lucian Tudor, el joven dueño de Settecento, perteneciente a la empresa Global Dining Inc., tanto la pasta como la pizza se hacen desde cero en casa, usando harina de Italia que se encuentra libre de transgénicos.