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King Crimson pone el bálsamo progresivo en tiempos inciertos

Durante los meses más complicados de la pandemia, los fans del legendario grupo de rock progresivo King Crimson quedaron sorprendidos (no siempre de manera grata) debido a los numerosos videos subidos a las plataformas sociales por el líder de la banda, Robert Fripp, en los que este aparecía vestido de modo extravagante al lado de su esposa Toyah Willcox mientras los dos interpretaban unos ‘covers’ muy peculiares de grandes éxitos del rock que se escucha en las radios.

Algunos de los fans más duros del género parecieron disgustarse ante estos coqueteos con el comercialismo por parte de un músico veterano e indiscutiblemente virtuoso que, por lo general, ha mostrado una personalidad profundamente seria y distante, mientras que otras personas celebraron en cambio lo divertido que resultaba verlo en estos trances tan insospechados.

Pero eso no quiere decir que Fripp haya decido extender el lado juguetón y las inusitadas libertades a King Crimson, como lo notaron desde el comienzo los asistentes al concierto del viernes pasado en el Greek Theatre, al ser advertidos de que, como ha venido ocurriendo desde hace varios años, no se iba a permitir tomar fotos ni videos con los celulares, del mismo modo en que no hubo fotógrafos de los medios de comunicación en el lugar.

Los fans del influyente guitarrista sabían ya a qué atenerse y entienden el cuidado que tiene este con la protección de todo lo que se refiere a su obra más formal, pero fue incómodo tener que ver constantemente a los guardias de seguridad cruzando mi campo de visión mientras se acercaban a los que decidían ignorar la regla para advertirles que si lo hacían una vez más serían expulsados (lo que probablemente sucedió, aunque no lo noté).

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Y es que King Crimson requiere de un grado de concentración mayor que el de muchas otras bandas de rock debido a lo intrincado de su música y sus impresionantes aportes instrumentales, que llegan ahora sumados por la presencia de tres bateristas (sí, tres) y se plasman en presentaciones en las que no hay pantallas que muestren a sus integrantes ni mucho menos proyecciones de videos, pese a que los sonidos que emanan del escenario podrían prestarse perfectamente a toda clase de recursos visuales de tinte psicodélico.

Haga lo que haga con su esposa en sus ratos libres, Fripp sigue convencido de que estas célebres composiciones se defienden por cuenta propia y deben ser completamente tocadas en vivo, a excepción de una que otra secuencia que se notó por allí. Sea como sea, con siete instrumentistas en la tarima, todos ellos de primer nivel, y un excelente manejo del sonido, esta versión del grupo (porque ha habido innumerables cambios desde su formación, hace más de medio siglo) es absolutamente demoledora.

Pese a que Fripp es el único miembro fundador que queda, permanece también Mel Collins, el excelente saxofonista y flautista que forma ya parte esencial del sonido clásico de este combo y que se sumó en 1970. Y si se trata de antecedentes realmente históricos con la agrupación, tenemos a Tony Levin, el maestro del bajo que participó en la etapa ochentera.

La alineación se completa con el cantante y guitarrista Jakko Jakszyk, que se integró en 2003 y es capaz de reproducir los tonos cálidos de los ya fallecidos Greg Lake y John Wetton, y, por supuesto, con los tres bateristas (Pat Mastelotto, Gavin Harrison y Jeremy Stacey -también tecladista-), que son todos magníficos y tocan frecuentemente a la vez, pero que en otros momentos toman turnos para exhibir sus talentos individuales.

Pese a que la presentación de ayer por la noche en el Levitt Pavilion del Parque MacArthur se anunció como si fuera el debut de Flor Amargo en un escenario de Los Ángeles, se trató en realidad del segundo concierto que la artista mexicana ofrecía en nuestra ciudad, porque actuó ya en el popular club Los Globos en septiembre de 2018.

En lo que respecta al repertorio, y de manera personal, fue un gusto inmenso poder escuchar “Epitaph”, un tema épico, lento y antibélico del primer álbum (“In the Court of the Crimson King”, de 1969) en el que Fripp toca más teclados que guitarras, pero que es ciertamente conmovedor y que, para mí, es una de las mejores canciones en la historia de la música. Como no ha estado incluido en todas las fechas de la actual gira (titulada “Music is Our Friend”), su presencia fue un privilegio.

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Claro que, en el plano de la intensidad y del virtuosismo, lo que impactó en el Greek fueron las piezas más entregadas a los cambios súbitos y a los ritmos asincopados, desde “Pictures of a City” (que se escuchó al principio) hasta “21st Century Schizoid Man” (la del cierre), pasando por una versión de “Starless” (que sería el ‘hit’ mayor de Crimson si Crimson tuviera ‘hits’) cuya segunda parte, cubierta por luces rojas -el único cambio de iluminación que hubo en todo el set-, fue rabiosamente ‘progre’ y demencial.

Tampoco faltaron “Level Five”, un corte de lo más ‘heavy’ -y casi industrial- que proviene de la etapa discográfica más reciente, a inicios de los 2000 (porque no ha habido disco nuevo en estudio desde entonces), y, en abierto contraste, “Islands”, una plácida e inspirada balada con piano, procedente de los ’70, que hizo que nuestro vecino de asiento se pusiera a dar palmaditas (lo que fue un exceso, por supuesto).

Hablando de vecinos, no nos hemos olvidado de que el Covid-19 sigue circulando. Afortunadamente, el concierto, que contó también con la participación de The Zappa Band (integrada por ex colaboradores del icónico y desaparecido guitarrista experimental Frank Zappa) y del California Trio (conformado por tres discípulos ya mayores de Fripp), fue completamente al aire libre, lo que hizo que la posibilidad de contagio fuera moderada.

Pero el auditorio estaba repleto, las mascarillas no eran obligatorias y, a la salida, la gente empezó a aglomerarse peligrosamente en los pasillos, lo que resultó muy preocupante y podría quizás haber sido evitado con un planeamiento de seguridad que hubiera ido más allá de las órdenes de Fripp para evitar que se lo grabara en acción.

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