Hay algo que no deja dormir a la nueva jefa de la DEA en San Diego
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SAN DIEGO — Cuando era niña, Karen Flowers estaba obsesionada con los libros de Nancy Drew y Los Ángeles de Charlie. “Yo quería ser Nancy, y también quería ser uno de los Ángeles”, recordó de su infancia en Springfield, Virginia, un suburbio de Washington, D.C.
Eso, combinado con el aliento que le dieron sus padres para trabajar en un puesto público, y tal vez, su tiempo como Girl Scout, la hicieron terminar en la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés).
Su carrera de 27 años la trajo a San Diego como la agente especial a cargo más reciente de la DEA, y la distinción de ser la primera mujer en ocupar el puesto aquí.
Flowers, de hecho, ya trabajó en San Diego anteriormente, de 2013 a 2015, entre las asignaciones que tuvo en Denver, Chicago, Washington, D.C. y El Paso, Texas, donde recientemente encabezó la división.
El San Diego Union-Tribune conversó con Flowers unas semanas después de que asumió el puesto, para hablar sobre sus antecedentes, el papel de la DEA en la crisis de las drogas y los retos que le quitan el sueño.
P: Usted fue contratada en la DEA en 1991, cuando había una epidemia por el crack y la cocaína y cuando el crimen estaba en su punto más alto.
R: Los cowboys de la cocaína en Miami.
P: ¿Cómo fue eso?
R: Para alguien que tenía 23 años y acababa de obtener una placa dorada y una pistola, fue emocionante.
P: ¿Dónde inició?
R: Empecé en Reno, Nevada. Fue interesante. Era una oficina pequeña. Fui asignada a un grupo de trabajo compuesto por agentes y oficiales de grupos especiales (...). Me enseñaron cómo hacer el trabajo. Éramos una unidad local, así que fueron muchas las cosas a nivel de calle que tratamos de convertir en investigaciones más amplias. Y algo así como aquí en San Diego, pero nada de esta magnitud, el problema allá es la metanfetamina. Así que en mi primer cateo de laboratorio clandestino entré sin guantes, sin equipo alguno, seguida de mi informante y el agente principal. Comenzamos a registrar la casa. No es algo que hoy se haga. Simplemente no entendías las consecuencias de entrar en contacto con sustancias como esa.
P: ¿Cuál es el caso más memorable, el más grande?
R: Fue una investigación sobre metanfetamina. Los objetivos estaban en Tepic, Nayarit, México, estaban traficando heroína y metanfetamina en Reno y las áreas circundantes. Fue una de las investigaciones que desarrollamos de manera estatal y local, desde la compra de cargas en la calle, pasando por la cantidad de libras y las entregas controladas propiamente desde Los Ángeles hasta Reno.
P: ¿Es el caso que más recuerda de cuando era una joven agente?
R: Sí. Eso es porque fue un gran caso entonces, fue un caso de OCDETF (Programa de las Fuerzas Especiales contra el Crimen Organizado), “Operación Savior”. Se partió prácticamente de la nada y se convirtió en una gran investigación que impactó la fuente del suministro en lugar de solo la distribución en las calles.
P: Ese el objetivo general de la DEA, ¿correcto?
R: El más grande y más importante.
P: ¿Alguna buena historia de guerra?
R: Intenté ingresar y fui seleccionada para ser parte de la “Operación Snowcap”, que fue un esfuerzo de erradicación de cocaína en centro y sur América. Fui desplegada a Perú en 1994. Hubo un proceso de selección, porque ibas a zonas no convencionales en la selva en Perú para la destrucción de laboratorios de cocaína y aeropuertos clandestinos. (...) Los Rangers del Ejército de Estados Unidos concibieron una capacitación especializada para la DEA. Esa semana fue una prueba en Fort Benning. Se tiene que completar la primera semana para avanzar en los 90 días de entrenamiento y luego seis meses de capacitación en idiomas antes del despliegue. Probablemente fue una de las cosas de las que estoy más orgullosa en mi carrera. Yo era una mujer de 25 años en ese momento haciendo cosas que las personas inscritas en el ejército no podían hacer siendo mujer. Fue una experiencia única estar en ese entorno completamente masculino.
P: ¿Estuvo allá cuando sucedió el accidente aéreo que mató a cinco agentes de la DEA en 1994?
R: Como parte del destacamento en Perú, el principal rol de mi equipo había sido identificar pistas clandestinas de aterrizaje y luego dirigir la demolición de estas. Entonces, como parte de eso, hacíamos sobrevuelos con nuestros jets King Air, y esa fue la misión que ellos tuvieron el 27 de agosto. Estaba en la base aeropuerto llamada Santa Lucía. Fue entonces cuando bajé del avión y uno de mis compañeros de equipo, Jason, lo abordó, y luego despegaron para una misión de vigilancia. (...) En ese momento, Sendero Luminoso estaba muy activo, y escuchamos algunas conversaciones sobre algunas intercepciones de radio del país anfitrión que también estaban buscando el avión. Para entonces, no sabíamos si había sido derribado o si fue un accidente. Desafortunadamente, el tiempo pasó sin poder ubicar el avión. Cuando lo hicimos, estaba en un área muy remota donde tuvimos que hacer que las personas descendieran a rappel al sitio del accidente. Básicamente estaban volando muy bajo y se adentraron demasiado en una boca de cañón, cuando se dieron cuenta de dónde estaban, no pudieron salir.
P: ¿Qué papel considera que juega la DEA en la crisis actual de las drogas?
R: Siempre está tratando de desbaratar y desmantelar al infractor de mayor rango (...) manteniendo un alto nivel para destruir esas organizaciones. Lo que hemos visto con la crisis de opiáceos en particular, que fue diferente de la epidemia del crack, es que nos hemos alejado de hacer parte del trabajo que hacíamos anteriormente cuando llegué por primera vez. Estuvimos muy involucrados en actividades de reducción de la demanda (...) luego nos enfocamos intensamente en la aplicación de la ley, que es nuestra principal misión. Lo que la crisis de opiáceos nos ha demostrado, es que debemos volver a evaluar dónde podemos tener impacto, y no solo por el lado del control y la vigilancia, sino también en la reducción y prevención de la demanda.
P: ¿Puede dar un panorama de cómo está el problema de las drogas en San Diego en este momento?
R: San Diego es único en el sentido de que somos una ciudad fronteriza, tenemos seis puertos de entrada, estamos aquí en el ojo del huracán. Somos como Chicago en el sentido de que somos un punto de paso, no realmente un destino para las drogas, pero las cosas pasan por aquí, tanto las drogas como el dinero, hacia adentro y hacia afuera. Sin embargo, también tenemos un problema muy prolífico de adicción a la metanfetamina en los condados de San Diego e Imperial, que no debería sorprender a nadie que sea de aquí, porque en realidad es el lugar de nacimiento de la metanfetamina. No es donde se fabricó por primera vez, pero ciertamente se convirtió en el punto de inicio del incendio que comenzó en la costa oeste. La metanfetamina sigue siendo nuestra principal amenaza en esta área.
La segunda amenaza son las drogas sintéticas, específicamente el fentanilo. Aquí (...) principalmente hemos visto que el fentanilo se usa en forma de píldora. Son falsificaciones de medicamentos recetados, es algo que se puede pensar que es una tableta de hidrocodona o un Xanax o una tableta de OxyContin pero no es lo que parece, en realidad es una variante del fentanilo y algo de relleno. Eso es algo que me quita el sueño, saber que somos una sociedad en la que tomar una pastilla cuando tienes dolor de cabeza o cualquier dolor es algo natural para nosotros. Tener a alguien que sin saberlo toma esto, que no está informado de los opioides, puede tener consecuencias devastadoras.
P: ¿Por qué crees que San Diego se ha escapado de las altísimas cifras de sobredosis de algunas otras partes del país?
R: Todo está siendo cortado con fentanilo, lo encontramos en la marihuana, la metanfetamina, la heroína, la cocaína, casi cualquier cosa que menciones. Creo que no tenemos la tasa de sobredosis debida al fentanilo u opiáceos porque no es tradicionalmente una cultura de consumidores de heroína. El noreste de Estados Unidos tiene una larga historia de usuarios de heroína. Aquí en la costa oeste, las líneas se vuelven más borrosas.
Davis escribe para el U-T.
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