Miles de trabajadores de la salud de L.A. están enfermos por el coronavirus. Empeora la crisis en los hospitales
![Doctors and nurses treat a COVID-19 patient at Harbor-UCLA Medical Center](https://ca-times.brightspotcdn.com/dims4/default/95c3e7f/2147483647/strip/true/crop/3900x2600+0+0/resize/1200x800!/quality/75/?url=https%3A%2F%2Fcalifornia-times-brightspot.s3.amazonaws.com%2Fb7%2F1b%2F56a1f35641378f90452060e326fc%2Fla-photos-1staff-678933-me-ucla-harbor-hospital-218.jpg)
- Share via
La astronómica oleada de coronavirus en Los Ángeles ha infectado a miles de trabajadores de la salud en las últimas semanas y ha exacerbado la tensión en los hospitales que luchan por atender a los pacientes gravemente enfermos.
Más de 2.200 personas que trabajan en hospitales del condado de Los Ángeles dieron positivo para el virus solo en diciembre, lo que constituye aproximadamente un tercio de todas las infecciones hospitalarias reportadas durante la pandemia. Mientras que en los meses anteriores las residencias de ancianos y las clínicas ambulatorias fueron las que más enfermedades sufrieron, los sanatorios abrumados y sus asediados trabajadores han sido los más afectados por la oleada invernal.
El Dr. Anish Mahajan, director médico del Centro Médico Harbor-UCLA en Torrance, dijo que dotar de personal adecuado a su hospital, donde las UCI se encuentran al 150% de su capacidad normal, es un desafío constante, con el personal fuera porque están enfermos de COVID-19 o en cuarentena debido a la exposición. Los nosocomios de toda California han informado de tendencias similares.
“Alguien que usa su equipo de protección perfectamente y trata con pacientes de alto riesgo no se enferma en el trabajo... cuando llegan a casa, su adolescente podría contagiarle el COVID. Lo vemos mucho”, expuso Mahajan. “Terminamos faltos de personal en todo, desde enfermeras y médicos hasta el personal de custodia que nos ayuda a entregar las habitaciones. Y todo eso hace que sea aún más difícil aceptar una avalancha de más y más pacientes”.
La reciente explosión de coronavirus ha atrapado a los hospitales de Los Ángeles en un círculo vicioso. Cuanta más gente esté enferma, más probable es que otros se infecten, tanto en el trabajo como fuera de él. Eso, a su vez, intensifica la escasez de personal en los nosocomios, en el momento en que el público necesita más atención médica.
Los brotes también han aumentado drásticamente en los últimos meses entre los trabajadores de las tiendas de comestibles y los empleados de los comercios minoristas y en otros lugares de trabajo. Pero el incremento de las infecciones llega en un momento crucial para los hospitales de Los Ángeles, ya que se enfrentan a un diluvio de pacientes y rechazan ambulancias, alinean camillas en los pasillos y amontonan cuerpos en morgues ya desbordadas.
Las autoridades informaron el martes que un número récord de 7.898 personas con COVID-19 fueron admitidas en los hospitales del condado de Los Ángeles, un récord que se espera que crezca en las próximas semanas.
“Vamos a seguir trabajando con organizaciones de todo el Condado para asegurarnos de que los trabajadores de la salud en cada lugar estén protegidos”, dijo esta semana la directora de salud pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer.
Desde que comenzó la pandemia, 28.448 trabajadores de la salud y socorristas han dado positivo en las pruebas del coronavirus en el condado de Los Ángeles, y 132 han muerto a causa del virus, expuso Ferrer. Los hospitales, asilos y clínicas ambulatorias representan la mayoría de los casos.
Las infecciones entre los trabajadores de la salud se han incrementado a medida que los casos han ido creciendo. En una sola semana a mediados de diciembre, mientras el condado de Los Ángeles informaba de más contagios por coronavirus que nunca, 2.363 trabajadores de la salud y socorristas se enfermaron de COVID-19, en comparación con los 360 de dos meses antes.
Los hospitales son donde estos problemas se agravan. Las enfermeras y los médicos están muy ocupados ya que los pacientes de COVID-19 invaden los nosocomios, y el personal está enfrentando la enfermedad constantemente, dijo la enfermera de la sala de emergencias de la UCLA, Marcia Santini.
“El COVID está extendiéndose y tenemos una población muy enferma - junto con eso hay una crisis de personal”, enfatizó. “Todo eso combinado está poniendo un verdadero estrés en estas instalaciones”.
Santini se enfermó de COVID-19 el mes pasado, aunque no está segura de cómo contrajo el virus. Atendió a los pacientes de COVID-19 antes de enfermarse, pero su marido mostró síntomas antes que ella, lo que sugiere que se contagió en el trabajo y luego se lo transmitió a ella.
Su enfermedad se volvió tan severa que no podía respirar y fue admitida en el hospital durante días. Casi tres semanas después, sigue fatigándose fácilmente. “Nunca había pasado por algo así”, dijo.
En el Centro Médico de San José de Kaiser Permanente, al menos 43 miembros del personal contrajeron recientemente el coronavirus, incluyendo uno que falleció, parte de un brote posiblemente relacionado con un empleado que usó un traje inflable en el hospital para levantar el ánimo.
“Tenemos cientos de personas que están fuera, pero que de otra manera podrían estar trabajando en nuestros hospitales”, dijo Vohra. “Hay tantos casos que están ocurriendo, ya sea un trabajador de la salud que está enfermo o un pariente que está contagiado, que realmente afecta nuestra capacidad de prestar atención porque ese personal tiene que tomarse un tiempo libre”.
A diferencia de la primavera, cuando la escasez de equipos de protección personal y de ventiladores era el problema más apremiante, las preocupaciones durante esta última oleada se han centrado en gran medida en la dotación de personal. El Departamento de Defensa de Estados Unidos está prestando médicos y enfermeras de combate para ayudar a los hospitales de toda California.
Los funcionarios del condado de Los Ángeles han redistribuido a casi 800 enfermeras clínicas para que trabajen en sus hospitales públicos, mientras que otros sanatorios locales han reclutado a médicos y enfermeras de otros departamentos para que ayuden en la UCI, aunque con distinto éxito.
“Francamente, uno se siente cómodo en su campo de conocimiento, y cuando lo ponen en otro lugar, es un poco como un pez fuera del agua”, dijo el Dr. Frank Candela, que forma parte del comité ejecutivo médico del Hospital West Hills. “La gente está desconcentrada, son perseverantes, se están adaptando, pero esto pone una gran presión en la persona que lo hace, así como en el cuidado que tiene con el paciente”.
Muchos trabajadores de la salud citaron el costo emocional de ver no solo a extraños gravemente enfermos, sino también a sus propios colegas hospitalizados con el virus, o incluso muertos por él. Candela dijo que Ernesto Ruelas, un trabajador del servicio ambiental del hospital, murió de COVID-19 esta semana. “Se le echa mucho de menos”, expresó Candela.
En su mayoría, se cree que el personal que se enferma de COVID-19 se contagió fuera del hospital, manifestó. Pero no siempre ha sido así.
En un desafortunado incidente durante el verano, las infecciones por COVID-19 se transmitieron entre el personal que pasaba tiempo junto en la sala de descanso, a menudo sin mascarillas, dijo. Ese brote finalmente se extendió a los pacientes también, subrayó.
Candela expuso que desde entonces el hospital ha empezado a escalonar los descansos para que la gente no almuerce al mismo tiempo y ahora prohíbe traer comida para compartir con otros. Pero dijo que espera que la experiencia de su hospital muestre al público que incluso pequeños lapsus pueden tener consecuencias devastadoras.
“Aprendimos la lección de la forma más difícil: que no podemos bajar la guardia”, enfatizó.
Este oscuro momento de la pandemia se ve iluminado por las continuas vacunaciones, dicen los trabajadores sanitarios.
Las primeras personas vacunadas en California recibirán su segunda dosis esta semana, que ofrece un 95% de inmunidad al coronavirus. Con esa protección, los hospitales no tendrán tan poco personal, señaló Mahajan.
“Ahora mismo es el peor momento porque la vacuna no ha estado en circulación el tiempo suficiente”, manifestó. “Pero ese problema será cada vez menor a medida que pasen los días y semanas de enero”.
Mahajan ha advertido a su personal que el incremento extremo continuará durante al menos cinco semanas más. Los funcionarios del condado de Los Ángeles dijeron esta semana que esperan que el número de personas hospitalizadas con COVID-19 aumente al menos en 1.000 en las próximas dos semanas, aunque solo hay disponibles unas 20 camas en la UCI.
“Una de las cosas que he tratado de decirle a nuestro personal al entrar en las vacaciones de Navidad es que este es el medio tiempo”, dijo Mahajan. “Les he pedido que se tomen un tiempo para ellos y sus familias, porque tenemos mucho más por hacer”.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.